Cuando un directivo grita, demuestra que no ha aprendido bien algunos principios muy básicos de la gestión de empresas y de personas.        
Los hipervínculos ayudan a encontrar información, pero fomentan su despilfarro.
A un cliente, acostumbra a importarle un pimiento el organigrama de tu empresa, y el cargo que ocupas en él.
Los pacientes somos cada vez más impacientes.
La obediencia no debería ser un disfraz de la cobardía.
En vez de un director de comunicación, algunas empresas necesitan un director de credibilidad, que vele por la coherencia entre lo que la empresa dice y lo que la empresa hace.